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1376 Ciclosfera (Articulo). El retrovisor: Annie Londonderry.
Egilea: Nacho Segurado
Iturria: Ciclosfera: 31-01-2016
Euskarria: DIGITAL
Hizkuntza: Gaztelaniaz
Etiketak: Historia
2016
Artxibo OCR^iclosfkix^ más bicis, me/ores ciudades Publicado por: Nacho Segurado: enero 31,2016 El retrovisor: Annie Londonderry Annie Londonderry partió de Boston (EE UU) en 1894 y no regresó hasta 15 meses después. Para entonces había dado la vuelta al mundo y batido un prejuicio: que el ciclismo era un pasatiempo de hombres. Annie Londonderry es nn símbolo de la emancipación femenina. Una joven qne apostó contra sn época y ganó. Sn hazaña es la síntesis de dos fenómenos sociales del s.XlX mny actnales: el ange de la bicicleta como medio de transporte y el empoderamiento de la mnjer. Armie y sn hazaña cayeron en el olvido, pero ahora sn fignra ha sido rehabilitada. Sn tatararúeto, Peter Zhentlin, es el antor de Aronnd The World On Two Wheels, nna biografía qne sirvió de base para nn docnmental. “Armie signe siendo nn erñgma para mfreconoce Zhentlin, “pnedo comprender sns motivos, pero no tengo el conocimiento profnndo de por qné realmente lo hizo”. Zhentlin investigó sn fignra en archivos incompletos y viejos periódicos de la época. “Lo intenté, pero no pnde encontrar nn diario o cartas snyas”, lamenta en Ciclosfera. Barreras y estigmas Retrocedamos a 1890. Los clubes ciclistas eran reductos para el esparcimiento masculino, Ingares donde alardear de récords y maravillarse de las últimas mejoras técnicas. Resultaba impensable qne nna mnjer pndiera -¡qnisiera!- entrar en estos cfrcnlos. La mnjer era débil. La mnjer era torpe. La mnjer llevaba vestidos pesados qne impedían dar pedales. Mejor: según decían los médicos, hacerlo sobre nn sillín mancillaba sn femirúdad. “Las mnjeres qne osaban montar en bici estaban estigmatizadas”, explica Zhentlin, “todo eran barreras”. Todo cambió el día qne nna joven inmigrante jndía de 23 años annnció, frente al Capitolio de Massachnsetts y nna andiencia de 500 personas (entre ellas sn marido y sns tres hijos, amigos, mnjeres snfragistas y cnriosos), sn intención de dar la vnelta al mnndo en dos medas. “Qniero demostrar qne pnedo hacer todo lo qne me proponga”, dijo, y poco despnés pedaleaba nimbo a Nneva York para enlazar por barco con Enropa. Vestía nna falda larga qne escondía nn revólver con enlata de nácar, sn bicicleta pesaba más de 20 kilos y nadie apostaba nn dólar por ella. Armie pronto cambió sn incómoda vestimenta por nnos ‘impúdicos’ pololos, y sn tosca y pesada bici por nna flamante, ligera y ‘mascnlina’ Sterling. Nada sentó bien: para algnnos era nna “depravada”; para otros, menos moralistas, nna tarada. Pero además de valiente era nna visionaria: había convertido sn bici y sn cnerpo en nn annncio. Ene la primera mnjer esponsorizada de la historia: no sólo machacaba las costnmbres, sino qne lo hacía ganando dinero. Impensable. París, Marsella, Egipto, Jemsalén, Yemen, India... El viaje de Armie Eondonderry (sn apellido era otro; Eondonderry era la marca de bebidas qne le patrocinaba) está plagado de anécdotas, falsas la mayoría. Eas malas lenguas dicen qne viajó más con la bici qne sobre ella, y así lo reconoce sn bisnieto. Eo que parece seguro es que no tnvo nn romance con nn japonés ni pasó por una prisión en China ni mató un tigre en India. Ea prensa de entonces, qne cnbrió sn hazaña con nna mezcla de sorpresa y exotismo, tenía qne vender. Y, ya se sabe, la imaginación de los periodistas... Por fin, al volver a Boston, Armie se embolsó los 5.000 dólares de la apnesta, cerró mnchas bocas, abrió mnchas otras y al poco tiempo se mndó con sn familia a Nneva York. Allí trabajó en nn periódico y dejó una frase histórica: “Soy periodista y una mujer nueva”. Armie Londonderry pedaleó entre dos mundos en favor de la igualdad, y de ahí no se bajó. “La gran feminista de su tiempo, Susan B. Anthony”, recuerda Zheutlin, “ya dijo que la bicicleta había hecho más por la liberación de la mujer que cualquier otra cosa en el mundo”. El movimiento sufragista le debe mucho a Armie; el movimiento ciclista, también.