Artxibo OCR | más bicis, mejores ciudades
Publicado por: Alex Botello: agosto 16, 2015
La bicicleta y la emancipación de la mujer
El lector Álex Botello ejerce de Embajador y nos hace llegar un interesante y completo texto sobre
el papel de la bicicleta en la emancipación de la mujer.
En esa metáfora de la humanidad que es Cien años de Soledad, a la clarividente Pilar Ternera “la
experiencia le había enseñado que la historia de la familia era un engranaje de repeticiones irreparables,
una rueda giratoria que hubiera seguido dando vueltas hasta la eterrñdad, de no haber sido por el desgaste
progresivo e irremediable del tiempo”.
La emancipación de la mujer es uno de esos elementos de la Historia que gira como una rueda, se repite y
vuelve inexorablemente al principio. Una rueda que tomó impulso a finales del s. XIX, cuando una recién
inventada bicicleta supuso un factor coadyuvante al empoderamiento de la mujer en las llamadas
sociedades preindustriales europeas.
El nuevo artilugio, utilizado en sus comienzos como elemento de diversión por los hombres, dotaba a la
mujer de una autonomía de movimiento sin parangón hasta el momento. A pesar de no ser un elemento de
fácil acceso por su elevado precio, supuso una auténtica revolución en los usos y costumbres de las
mujeres de entorno burgués, que pudieron aumentar considerablemente su radio de acción (limitado hasta
entonces a supervisados paseos familiares) y en consecuencia, su libertad.
Estas pioneras de la bicicleta se irían liberando progresivamente de ciertos corsés sociales y de uno muy
en particular, el referente a sus vestimentas (la nueva práctica lo requería); así fue como las enaguas y las
faldas interminables fneron snstitnidas por pantalones y ropajes “varoniles”, lo qne snpondría nn
verdadero desafío para la época.
Las mujeres se vieron obligadas a disjrazarse de hombres para poder pedalear
El rechazo mascnlino no tardaría en hacerse notar y dichas mnjeres fneron señaladas por ejercer nna
actividad impropia de damas. La lista de agravios derivados de tal práctica iba desde aqnellos qne
afectaban a la salnd de la mnjer (esterilidad, riesgo de contraer tnbercnlosis), hasta aqnellos relacionados
con el decoro y la condncta moral. La escalada de paranoia machista llegó a sn pnnto álgido en 1897,
errando el doctor inglés A. Shadwell pnblicó en la revista National Review nn artícnlo donde detallaba la
sintomatología y consecnencias de nna nneva enfermedad, “Cara de Bicicleta”; a saber, nna serie de
secnelas qne afectarían a la belleza de las ciclistas (pnnto débil para el ataqne, toda vez qne sn inteligencia
no era valorada ni tetuda err cuerrta): ojos desorbitados, piel seca, marrdrlmlas apretadas, labios
demacrados...
Como cabría esperar, la reacciórr arríe semej arríe atropello terrdría corrsecuerrcias corrtrarias a las
maquirradas, de tal modo que las mujeres que optaron por seguir dando pedaladas hacia su libertad se
vieron obligadas a camuflarse bajo apariencia de hombre: pelo corto, ropa masculina y un elemento
esencial para dicho camuflaje, fumar rrúentras andaban en bicicleta. Uno de los símbolos iconográficos
que ha pasado a la historia como representante del cambio de siglo, el comienzo de la segunda revolución
industrial y el fin de las llamadas sociedades preindustriales, ha sido el cuadro Mujer fumando sobre
bicicleta (circa 1900), a lo que, desde luego,se debe añadir el comienzo de una nueva etapa en el papel de
la mujer dentro de la sociedad.
En Afganistán, ser mujer y ciclista es una revolución para la sociedad
Otra imagen con iguales protagorñstas habría de dar la vuelta al mundo recientemente, la fotografía del
equipo ciclista femerúno de Afgarñstán. Ver a estas doce corredoras subidas a sus bicicletas, ataviadas
con yihab y equipamiento ciclista, es una poderosa imagen que representa una auténtica revolución en la
sociedad afgana y que, sin duda, ha causado un importante impacto en el mundo occidental.
Se suele marcar como acontecimiento que pone fin al siglo XX el terrible atentado perpetrado en Nueva
York contra las Torres Gemelas y la consecuente invasión estadourñdense de Afgarñstán, que propiciaría
el derrocamiento del régimen talibán. Con la caída del régimen fundamentalista, se abrieron nuevas
esperanzas para la mejora de las condiciones de vida de las mujeres, sometidas hasta el momento a una
verdadera tortura diaria y al más absoluto de los ostracismos. Mas estas marñfiestas mejorías no deben
hacer perder la perspectiva de cuál es la realidad cotidiana de la mujer afgana. Las arraigadas costumbres
machistas y de predominancia del hombre sobre la mujer mandan en una sociedad de marcado carácter
tradicional y religioso. Prueba de ello son las dificultades a las que se ha enfrentado el equipo ciclista
femerúno, foco de insultos, rechazo e incluso ataques contra su integridad física, como el sufrido por Safd
Nazari y por Magran (dos integrantes del equipo) cuando fueron empujadas por tres motoristas que
intentaban poner fin a su entrenamiento. Recomendado es el interesante documental Afghan Cycles,
donde se relata el periplo de estas valientes deportistas.
La bicicleta pues, vuelve a ser un instrumento útil en la lucha por la emancipación y liberación de la
mujer. Cambian las coordenadas geográficas, pero es posible que la fotografía del equipo ciclista
femerúno afgano pase a la posteridad como símbolo del último cambio de siglo, de manera idéntica a
como pasara en el anterior cambio con el cuadro Mujer fumando sobre bicicleta. Al comparar ambas
imágenes es difícil no recordar aquella frase de Ursula Iguarán, la célebre matriarca Buendía, “esto ya me
lo sé de memoria... es como si el tiempo diera vueltas en redondo y volviéramos al principio”. | |